domingo, 10 de julio de 2011

SALMO 91
de Dib Carneiro Neto


¡Ay, mísero de mí! ¡Ay, infeliz!
Descubrir, oh, Dios, pretendo,
ya que me tratas así,
¿Qué delito fatal cometí contra Tí naciendo?
¡Pero yo nací y comprendo que el crimen fue cometido,
pues el mayor delito del hombre es haber nacido!
Segismundo, en La vida es sueño, de Calderón de la Barca.

¿Por qué elegir, para representar en estos tiempos, una obra que habla sobre un hecho puntual ocurrido en una cárcel de San Pablo, Brasil, un 9 de octubre de 1992?
¿Qué interés puede tener para el público montevideano, un texto que nos muestra a 10 presidarios que vivieron y, 9 de ellos, murieron en una rebelión que dejó una cifra de 111 muertos, en lo que se conoció posteriormente, como la masacre de Carandirú?
Una de las dificultades, que a mi entender, se debe plantear un director teatral en el momento de seleccionar un texto, en preguntarse que es lo que, a través del mismo, uno tiene para decir. Si bien, coincido que el criterio de que el teatro es entretenimiento, no puedo desconectarme del concepto clásico griego de catarsis.
Los griegos desarrollaban sus tragedias como una representación dramática capaz de conmover y causar pena, que tenía siempre un desenlace funesto. Y siempre encerraban temáticas sobre el hombre y el mundo, que siguen presentes en el curso de la historia y que tienen una gran vigencia en la actualidad.
Entonces, me planteé la siguiente pregunta: ¿Fue Carandirú una tragedia moderna, de proyección universal? Y mi respuesta, fue afirmativa. Como también lo fue la masacre de la cárcel de Rocha del 8 de julio de 2010, o la más reciente del 8 de diciembre de 2010 en el penal de San Miguel en Santiago de Chile.
La sociedad uruguaya tiene una deuda con ese universo de seres que sobreviven en las cárceles del país, y nuevamente, esa deuda es extrapolable a Latinoamérica y otras regiones del planeta. Lamentablemente, siempre se espera a que ocurran hechos de este tipo para que se comience a tratar el tema, ríos de tinta corren desde la prensa escrita, horas de charlar pueblan programas radios y televisión, que llevan a la población, a poner en el tapete, el tema.
Pero con la misma rapidez y avidez de discusión, el tema se diluye progresivamente hasta que el destino genera una nueva tragedia.
Salmo 91 no pretende ser una obra didáctica, ni siquiera periodística. Es apenas un texto que presenta hechos a través de sus protagonistas, pero sin apuntar directamente ni a víctimas ni victimarios. Son apenas hechos. Es una pieza que busca no caer ni en sentimentalismos ni estereotipos, es tragicómica – como la esencia humana – donde los personajes luchan por sobrevivir, intentando desesperadamente, creerse dueños de sus propios destinos.
Nuestra versión, buscará rescatar estos elementos, a partir de una puesta donde lo icónico tendrá un lugar preponderante, y donde los actores buscaran bucear en la interioridad de 10 hombres, que por distintas circunstancias de la vida, terminaron sus días en esa especie de no-lugar, que es una cárcel.
Preguntas quedarán flotando en el espacio de la sala: ¿Civilización o barbarie? ¿Reeducación o castigo? ¿Vigilar o eliminar? ¿Existen alternativas?

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